TANGENTE
Por Oscar Díaz Salazar
Si se tratara de minimizar, desacreditar, desprestigiar y destacar lo negativo, les estuviera compartiendo a ustedes, amables lectores, algunos comentarios relacionados con la reciente inauguración de la escultura del águila del bicentenario.
Para contextualizar mi escrito, les diré que la semana próxima pasada, el gobernador de Tamaulipas, Eugenio Hernández Flores, inauguró una estatua monumental, en el complejo de edificios denominado parque bicentenario, en la capital del estado y por el rumbo donde se construyó el edificio sede del Congreso de Tamaulipas.
Si mi posición fuera de opositor recalcitrante, como esos que abundan y señalan todo lo malo, negativo o criticable de lo que hace o deja de hacer el presidente espurio, Felipe Calderón, les diría que con esa inversión para levantar el armatoste, que mas que águila semeja un urraco, se podrían preparar chingo mil desayunos escolares.
Si le diera el mismo trato al águila victorense, que el que le brindan muchos comentaristas al arco del triunfo calderonista, que por cierto no ha pasado de ser una maqueta, les estaría diciendo que mas valdría vender el fierro por kilos para construir aulas escolares, que mantener erecto ese adefesio con el que se le rinde culto al gobernante insensible.
Si mi costumbre fuera – como en muchas ocasiones lo es – destacar lo negativo, les escribiría que los miles de litros de pintura roja, de tono chínglame la pupila, que se aplicaron en ese monumento, estarían mejor utilizados si se hubieran aplicado en tantos dispensarios médicos que hoy lucen en condiciones deprimentes.
Si fuera rabiosamente panista y dedicado a criticar a los gobernantes priistas, con la misma actitud de los cientos y miles de priistas y malquerientes de Calderón, les diría que con el concreto utilizado en la cimentación de esa mole de fierro, se podrían haber instalado muchos pisos de concreto en las viviendas que aun existen en Tamaulipas con piso de tierra.
Si fuera uno de esos comentaristas que critican a los políticos lejanos por las mismas acciones que aplauden a los que tienen mas a la mano, esos a los que aplica perfectamente la sentencia bíblica de mirar la paja en el ojo ajeno e ignorar la viga en el propio, les estuviera recordando que la misma acción de ordenar una escultura, al mismo artista, Sebastián, le fue reprobada al exalcalde de Matamoros Baltazar Hinojosa Ochoa, por los mismos que ahora aplauden a Eugenio Hernández en la inauguración de la escultura aguileña.
Si no tuviera la convicción de que la inversión en el arte y la cultura es un bien necesario, les estaría hablando de despilfarro, contabilizando los kilos de fierro usados y el gasto aplicado en su adquisición, les estuviera compartiendo los números y escandalizándome de la ganancia del artista, el cemento usado en su cimentación, la pintura aplicada, el costo de las gruas utilizadas para su instalación etc., etc.
Para hacer más dramático mí escrito, para motivar mas su indignación y su rechazo, les estuviera convirtiendo los millones invertidos en la escultura, en desayunos escolares, en metros de pavimento, en aulas construidas, en metros de tubos de agua y drenaje, en becas escolares, en pagos del seguro popular, en despensas etc. etc.
Pero todo lo anterior que ya les dije, no se los voy a decir… ¿le parece absurdo mi argumento?... a mi también.
Estoy muy de acuerdo en la instalación del águila del bicentenario, como lo estaré cuando se levante por fin el monumento con el que Felipe Calderón conmemore, así sea con dos años de retraso, el centenario de la revolución y el bicentenario de la independencia.
16 de septiembre de 2010
oscardiaz482@msn.com
Por Oscar Díaz Salazar
Si se tratara de minimizar, desacreditar, desprestigiar y destacar lo negativo, les estuviera compartiendo a ustedes, amables lectores, algunos comentarios relacionados con la reciente inauguración de la escultura del águila del bicentenario.
Para contextualizar mi escrito, les diré que la semana próxima pasada, el gobernador de Tamaulipas, Eugenio Hernández Flores, inauguró una estatua monumental, en el complejo de edificios denominado parque bicentenario, en la capital del estado y por el rumbo donde se construyó el edificio sede del Congreso de Tamaulipas.
Si mi posición fuera de opositor recalcitrante, como esos que abundan y señalan todo lo malo, negativo o criticable de lo que hace o deja de hacer el presidente espurio, Felipe Calderón, les diría que con esa inversión para levantar el armatoste, que mas que águila semeja un urraco, se podrían preparar chingo mil desayunos escolares.
Si le diera el mismo trato al águila victorense, que el que le brindan muchos comentaristas al arco del triunfo calderonista, que por cierto no ha pasado de ser una maqueta, les estaría diciendo que mas valdría vender el fierro por kilos para construir aulas escolares, que mantener erecto ese adefesio con el que se le rinde culto al gobernante insensible.
Si mi costumbre fuera – como en muchas ocasiones lo es – destacar lo negativo, les escribiría que los miles de litros de pintura roja, de tono chínglame la pupila, que se aplicaron en ese monumento, estarían mejor utilizados si se hubieran aplicado en tantos dispensarios médicos que hoy lucen en condiciones deprimentes.
Si fuera rabiosamente panista y dedicado a criticar a los gobernantes priistas, con la misma actitud de los cientos y miles de priistas y malquerientes de Calderón, les diría que con el concreto utilizado en la cimentación de esa mole de fierro, se podrían haber instalado muchos pisos de concreto en las viviendas que aun existen en Tamaulipas con piso de tierra.
Si fuera uno de esos comentaristas que critican a los políticos lejanos por las mismas acciones que aplauden a los que tienen mas a la mano, esos a los que aplica perfectamente la sentencia bíblica de mirar la paja en el ojo ajeno e ignorar la viga en el propio, les estuviera recordando que la misma acción de ordenar una escultura, al mismo artista, Sebastián, le fue reprobada al exalcalde de Matamoros Baltazar Hinojosa Ochoa, por los mismos que ahora aplauden a Eugenio Hernández en la inauguración de la escultura aguileña.
Si no tuviera la convicción de que la inversión en el arte y la cultura es un bien necesario, les estaría hablando de despilfarro, contabilizando los kilos de fierro usados y el gasto aplicado en su adquisición, les estuviera compartiendo los números y escandalizándome de la ganancia del artista, el cemento usado en su cimentación, la pintura aplicada, el costo de las gruas utilizadas para su instalación etc., etc.
Para hacer más dramático mí escrito, para motivar mas su indignación y su rechazo, les estuviera convirtiendo los millones invertidos en la escultura, en desayunos escolares, en metros de pavimento, en aulas construidas, en metros de tubos de agua y drenaje, en becas escolares, en pagos del seguro popular, en despensas etc. etc.
Pero todo lo anterior que ya les dije, no se los voy a decir… ¿le parece absurdo mi argumento?... a mi también.
Estoy muy de acuerdo en la instalación del águila del bicentenario, como lo estaré cuando se levante por fin el monumento con el que Felipe Calderón conmemore, así sea con dos años de retraso, el centenario de la revolución y el bicentenario de la independencia.
16 de septiembre de 2010
oscardiaz482@msn.com