viernes, 4 de febrero de 2011

Cultura

TANGENTE
Por Oscar Díaz Salazar

El principal promotor cultural de Reynosa, de la última década, es el magnate de la telefonía, calificado como el hombre más rico del mundo por la revista Forbes.

Lo más importante que ocurrió en Reynosa en los diez años anteriores, en materia de promoción cultural, difusión de las artes y asuntos similares y conexos, fue posible por obra y gracia de Don Carlos Slim.

No fue el cambio de denominación de la oficina municipal encargada de difundir la cultura y promover las artes, de Dirección de Cultura a Instituto Reynosense de la Cultura.

No fue la construcción del Centro Cultural de Reynosa, galerón multicolor que siendo promesa de campaña de Eugenio Hernández Flores, demoró 6 años en materializarse.

No ha sido la labor de la Casa de la Cultura de Reynosa, un ente privado que se sostiene con recursos públicos, con las subvenciones que le otorga la administración municipal.

No ha sido, con todo y su gran merito, la Orquesta Sinfónica Juvenil de Reynosa, semillero generoso de músicos.

Desde luego que no han sido la docena de Universidades privadas, cuyo propósito casi único es obtener ganancias ofreciendo el entrenamiento profesional mínimo, y descuidando las otras tareas que tienen las instituciones de educación superior.

Por supuesto que no ha sido el trabajo del Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes, dependencia gubernamental que ha brillado por su ausencia en el municipio.

No ha sido tampoco, por las mismas razones que la oficina estatal de fomento cultural, la equivalente en el ámbito federal, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

Aunque muy meritorio su trabajo, no es correcto decir que los promotores culturales independientes, de teatro experimental, de danza y otros, han tenido el lugar principal en la labor en pro de la cultura.

No es la actividad del Sindicato Petrolero, el Sindicato del IMSS, la Asociación de Maquiladoras y otras organizaciones de carácter gremial, que ocasionalmente se ocupan de estos menesteres.

No fue la creación y-o actividades de varias escuelas particulares de música, canto, danza, oratoria, pintura, talleres de escultura, fotografía etc., con todo y que reconozco la aportación que hacen estas instituciones (empresas o individuos) a Reynosa.

No fue la muy meritoria y poco apreciada labor que realizan los maestros de música, de las escuelas secundarias oficiales.

No ha sido la labor de los Directores Municipales de Cultura, del Patronato del Festival Cultural de Otoño, de los Regidores de la Comisión de Cultura o de autoridad o burócrata, cualquiera que sea la denominación de su cargo.

No ha sido la actividad, escasa, que ha tenido el Teatro de Reynosa, un recinto que es orgullo de los reynosenses por ser el producto del esfuerzo y el dinero de un grupo de ciudadanos que no contaron con el apoyo de la autoridad para erigir un centro dedicado a la presentación de obras teatrales.

No ha sido la mínima actividad que ha tenido el Museo de Reynosa, un sitio que es público para efecto de pedir dinero para su operación, pero es privado si de lo que se trata es que el gobierno municipal intente intervenir en su administración.

Lo más relevante que le ha ocurrido a Reynosa en los últimos 10 años en cuestiones culturales, es la existencia del Sanborns, un restaurante con bar anexo y tienda de regalos, que se ha convertido en el mejor sitio para adquirir libros, revistas, música, videos, películas, esculturas, artesanías finas y demás.

No me extiendo en el elogio hacia la tienda del hombre más ricachón de México y del mundo, ni lo necesita ni es mi intención volverme su propagandista.

Más que un elogio, comparto con ustedes mi opinión, y agrego que lamentablemente las oficinas públicas del ramo cultural no han estado a la altura de las circunstancias.

oscardiaz482@msn.com

Reynosa, Tamaulipas a 1 de febrero de 2011